PUES NI AUN EL HIJO DEL HOMBRE
VINO PARA QUE LE SIRVAN,
SINO PARA SERVIR A OTROS Y
PARA DAR SU VIDA EN RESCATE

POR MUCHOS.
MATEO 20:28 (NTV)

Moisés encontró el propósito de su vida mientras servía a su suegro
Jetro.

Éxodo 3:1-2 dice: “Moisés cuidaba las ovejas de su suegro Jetró, que
era sacerdote de Madián. Un día, Moisés llevó las ovejas por el
desierto y llegó hasta la montaña de Dios que se llama Horeb. Allí
Dios se le apareció en medio de un arbusto que ardía en llamas. A
Moisés le sorprendió ver que el arbusto estaba en llamas, pero no se

quemaba”. (Versión TLA)

Muchas veces esperamos conocer todo el plan de Dios antes de hacer
algo con nuestra vida, pero no siempre es esta la forma en la que Él
trabaja.

Abraham salió de su tierra sin saber a dónde iba y los discípulos
siguieron a Jesús sin conocer el destino.

“Dios le dijo a Abram: «Deja a tu pueblo y a tus familiares, y vete al
lugar que te voy a mostrar. Con tus descendientes formaré una gran
nación. Voy a bendecirte y hacerte famoso, y serás de bendición para
otros. Bendeciré a los que te bendigan, y maldeciré a los que te
maldigan. ¡Gracias a ti, bendeciré a todas las naciones del mundo!”

Génesis 12:1-3 (TLA)

“Jesús pasaba por la orilla del Lago de Galilea cuando vio a Simón
Pedro y Andrés, dos hermanos que eran pescadores. Mientras ellos
pescaban con sus redes, Jesús les dijo: «Síganme. En lugar de pescar

peces, les voy a enseñar a ganar seguidores para mí.»
En ese mismo instante, Pedro y Andrés dejaron sus redes

y siguieron a Jesús”. Mateo 4:18-20 (TLA)

Tanto en la historia de Abraham, como con los discípulos, en ambos
casos se manifestó que confiaban en quién los llamaba. Mientras
servimos a los demás se nos va revelando el llamado de parte de Dios
para nuestra vida. Lo único que necesitamos es disponer nuestro
corazón para obedecerlo y servir a nuestro prójimo.