¿CON QUÉ LIMPIARÁ
EL JOVEN SU CAMINO?
CON GUARDAR TU PALABRA.

SALMO 119:9 (RVR)

Hace tiempo hice la promesa solemne de dejar de obsesionarme con
los mensaje y correos electrónicos. Decidí que cada vez que escuchara
la notificación de un mensaje nuevo, no sentiría la urgencia de revisarlo
de inmediato. Y cuando lo hiciera, no leería una y otra vez lo que la otra
persona escribió, ni reescribiría una y otra vez mi respuesta. Mi
resolución digital se mantuvo por … bueno, honestamente, creo que
nunca dejé de obsesionarme con los mensajes y correos electrónicos.
No es solo que mi promesa no duró, ¡sino que ni siquiera empecé!

El problema de cómo enfrentamos nuestros problemas es que vamos
tras el problema. Nos enfocamos únicamente en el comportamiento,
comprometiéndonos a iniciar o dejar de hacer algo.

Tú también has hecho esto, ¿cierto? Has decidido, quizá declarado, que
vas a cambiar.

PREGUNTA PARA LA DISCUSIÓN:
¿Qué promesas has hecho y no has cumplido? ¿Qué metas te pusiste y
no has logrado? ¿Qué dijiste que harías y no lo has hecho?

Cualquiera que haya sido tu promesa, piensa: ¿cómo te fue?

Yo diría que nada bien. ¿Por qué? Modificar el comportamiento no
funciona si solo nos enfocamos en modificarlo. No llegas a la raíz del
problema, es decir, al pensamiento que produce el comportamiento.
Para ser más especifico, el problema radica en la ruta neural que
conduce al comportamiento.

Imaginemos que odias un árbol feo de tu patio y quieres deshacerte de
él. Por fin, decides hacerte cargo del problema. Así que, vas al patio con
un hacha, tomas una rama fea y la cortas, sonríes y regresas al interior
de tu casa.

Al siguiente día, te sorprendes al ver que el árbol aún está allí fuerte.
Mientras lo miras por la ventana, casi puedes jurar que sonríe
burlonamente.

Lo sé, la analogía es absurda. Nunca intentarías matar un árbol con solo
quitar una rama, pues esta, obviamente, no es el problema. El problema
es el árbol. De hecho, las raíces son las culpables. Si no las remueves
cuando cortes el árbol, puede volver a crecer.

Bueno, si decidimos, voy a dejar de __, completa la frase, o voy a
dejar de aislarme y vivir solitariamente, o voy a hacer ejercicio todos los
días, solo estamos cortando una rama. Ignoramos el verdadero
problema de la mentira que hemos creído y del bache mental en que
hemos caído. Atacamos solo los síntomas y no la fuente.

Pensar que podemos cambiar un comportamiento con solo removerlo
es absurdo. El comportamiento no es el problema, sino la ruta neural
que me lleva a actuar así. Si solo renuncio a un comportamiento, este
puede regresar; a menos que:

  • Elimine la mentira desde la raíz, y
  • Reemplace la ruta neural que me lleva a ese comportamiento.

Piensa en esto, ¿qué te lleva al comportamiento que tienes? ¿Qué te
hace estar como te encuentras?

¿Dónde obtendremos estos nuevos pensamientos? Pista: no es en
redes sociales, escuchando nuestra música favorita, o llamando a un
amigo para pedir su opinión.

Para detener las mentiras y reemplazarlas con la verdad, debemos
mirar a la Palabra de Dios.

Esos es lo que Jesús hizo. Cuando el diablo lo tentó, Jesús no sacó Su
iPhone y abrió la Biblia para buscar el versículo que le podría ayudar. Él
ya había interiorizado las verdades de la Palabra de Dios que crearon
una ruta neural útil. Jesús siguió ese camino cuando fue tentado, el
cual lo llevó a obediencia y libertad.

Eso es lo que necesitamos hacer. Llenar nuestras mentes de la Palabra
de Dios. Creyendo en lo que Él dice y cree de nosotros. Somos valiosos,
Dios nos ama y quiere lo mejor para nosotros.