DAVID TENÍA TREINTA AÑOS
CUANDO EMPEZÓ A REINAR.
EN HEBRÓN FUE REY DE JUDÁ
DURANTE SIETE AÑOS Y MEDIO,
Y EN JERUSALÉN FUE REY DE TODO
ISRAEL Y DE JUDÁ DURANTE
TREINTA Y TRES AÑOS. ASÍ QUE

SU REINADO DURÓ
CUARENTA AÑOS.
2 SAMUEL 5:4 (TLA)

Estamos viviendo en una generación microondas. Todo tiene que pasar
ya mismo. No podemos esperar, y los resultados tienen que ser
instantáneos. Lo mismo puede suceder en cómo miramos nuestro
propósito a veces.
Podemos creer que Dios nos ha llamado a algo, a guiar a miles en
adoración, a tener un negocio próspero y ganar un salario de seis cifras,
a encontrar el amor de nuestras vidas y casarnos, a viajar por el mundo
… la lista sigue. No hay nada malo en creer que estas cosas van a pasar.
Sin embargo, ¡casi siempre lleva tiempo y espera para que lleguemos a
ese lugar!
Se estima que David tenía alrededor de 15 años cuando fue ungido por
Samuel para convertirse en el rey de Israel, y sin embargo, ¡David no
tomó esa posición hasta que tuvo 30 años (2 Samuel 5:4)! En esos años
de espera, Dios preparó a David para convertirse en rey. Fue en el
desierto donde David aprendió algunas de las lecciones más valiosas de
su vida, donde lo único de lo que podía depender era Dios.
Estudiar los Salmos nos da una comprensión del dolor que atravesó
David, las lágrimas que derramó, pero también cómo aprendió de la
fidelidad de Dios, de Su gran amor y cómo David podía encontrar su
fuerza y su refugio en Él. Lee el Salmo 25. Atravesar esos momentos fue
lo que moldeó a David en el gran, piadoso hombre que Dios designó
para que se convirtiera en el rey de Israel.
Tal como David, la espera es una temporada donde las cosas pueden no
ser fáciles, ¡pero es una temporada donde Dios nos prepara para todo lo
que está por delante mientras entramos en todo aquello que Él tiene
para nosotros!
Descansa asegurado en que Dios va contigo a medida que entras en las
grandes cosas que Él tiene preparadas para ti.